El dualismo del cosmos no se basa en un dominio del bien sobre el mal, el ser humano no puede aspirar al bien por naturaleza. No tiene ese derecho, no tiene el poder, está tan sujeto a la maldad como a la bondad. Para el mago purépecha, no existe elección, se siente inmerso en la luz, en la oscuridad, a medio camino entre el reino celeste y el mundo profundo.