La prima de riesgo española irá midiendo si es cierto o no que España ha conseguido evitar el contagio y aislarse de los problemas del resto de países periféricos. Inversores y analistas comienzan a dudarlo.
¿Es España la única carta que quedará en pie en el castillo de naipes de la deuda periférica? La subasta de mañana será una buena vara de medir, después de que el bono español a 10 años alcanzara ayer niveles anteriores al euro.
Los rumores de que Grecia tendrá que renegociar las condiciones de su rescate hacen temer a algunos analistas que los inversores pierdan apetito por la deuda. Y, en concreto, por la española si se da el caso de que Portugal siga a Grecia en la reestructuración de su deuda. Preocupa la exposición de nuestro sistema financiero al país vecino y al mercado inmobiliario.
El valor de los inmuebles ha caído un 19 por ciento desde 2008 y los analistas temen que el agujero en las cuentas de los bancos se haga más profundo. Los ratios de deuda pública y de déficit esperados para nuestro país, nos separan, en principio, del resto de países periféricos y la evolución del diferencial español todavía sigue un ascenso normal.
Pero los expertos aseguran que España debe contar con planes más agresivos de reformas y de fortalecimiento de sus bancos. Coinciden en que sólo un crecimiento al 2 por ciento del PIB puede eliminar el problema de la deuda, y para ello, dicen, quedan varios años.