Iniciar una novela se convierte en el rompecabezas de cualquier escritor. Tiene que ser un inicio espectacular, que atraiga al lector, que presente una diatriba poderosa…
Hay mucha teoría sobre el tema, pero, a veces, el inicio de una novela se clava en tu mente, es como si tuvieras miedo a perder la idea, y, sin embargo, tampoco te atreves a ponerla sobre el papel.
Crees que te gusta, pero le ves miles de inconvenientes. Sin embargo, se queda enganchado a tu mente. La ves pasar por tu imaginación como si fuera una película, ves detalles que no te gustan, y piensas, cuando escriba, lo cambio.
Sin embargo, la base, las imágenes principales siguen paseándose alrededor de tus pensamientos, incluso cuando estás pensando en otra novela, cuando estás escribiendo párrafos que no tendrán nada que ver, o cuando ves una película y un mínimo detalle te recuerda tu principio…