En el segundo intento lo consiguió. El austríaco Félix Baumgartner ha roto la barrera del sonido sin ayuda mecánica cayendo desde 39 kilómetros de altitud. Tras la hazaña el piloto ha asegurado que ha sido más difícil de lo que esperaban…
El viento en Nuevo México presagiaba un nuevo intento fallido, pero tras varias horas de retraso, el globo aerostático partía hacia el punto más alejado de la Tierra al que el hombre ha llegado en este medio de transporte. Después, tensión, nervios en la base de control, el aventurero comprobaba toda la equipación y finalmente el momento esperado, el salto… En los primeros cuarenta segundos su cuerpo alcanzaba los 1.341 kilómetros por hora.
«Durante unos segundos pensé que iba a perder el sentido. Estás bajo presión, no sientes el aire. Desde el punto de vista de la consciencia, siempre he sabido lo que sucedía. Estás deshidratado, estás cansado. Ahí arriba es un mundo distinto, el cuerpo reacciona de forma diferente. Ha sido muy difícil»
Lo importante para Baumgartner era mantener el control de su cuerpo, moviéndose sólo lo necesario para no sufrir ningún tipo de lesión cerebral. De su traje le llegaba el oxígeno, una presión suficiente y protección contra los 70 grados bajo cero que se registran en la estratosfera. A los cuatro minutos y 19 segundos abría su paracaídas lo que le dejaba a apenas 20 segundos del anterior récord. Quizás lo único que le impedía una alegría completa tras llegar a tierra sano y salvo y abrazar a su familia.