La palabra fracaso está prohibida en la Ciencia. De cada experimento que hacemos, podemos aprender. Aunque no haya salido como esperábamos. El caso del aterrizaje de Schiaparelli es una muestra de ello.
¿Un paracaídas rasgado? ¿por qué llevaba tanta velocidad durante la reentrada? ¿un fallo en la fase de separación del escudo?. De los 600 megabytes de información que ha mandado la nave se deduce el único dato que parece claro: hubo un problema en el sistema de frenado. Los retrocohetes sólo funcionaron 15 segundos, en vez de 30. Esto, junto a los posibles problemas que hemos apuntado hizo que la nave descendiera a mucha más velocidad de la prevista y se estrelló contra el suelo marciano.
Aprender, aprender y aprender
Todos estos detalles no convierten a la misión en un fracaso, el orbitador sí se ha insertado en la órbita de Marte correctamente, y nos dará datos jugosos sobre la presencia de metano en la atmósfera.
Y esos 600 megas que narran con «unos» y «ceros» lo que le paso a la nave, los científicos extraerán datos cruciales. Con ellos, europeos y rusos tenemos más opciones de hacer llegar un rover de exploración a Marte con éxito, pero para eso tendremos que esperar hasta su lanzamiento en 2020.
Vídeo que explica la misión: