Muchos libros de una vida

Los treinta años es una edad nostálgica. Los cambios y decisiones que tomas te llevan a rumbos inesperados o a destinos que siempre has anhelado. Pero tus libros siempre te acompañan. A veces, en cajas, pesan una barbaridad, recorres metros y metros con ellos y no te pesan. Estas de mudanza, pero los libros nunca pesan.

Los libros siempre precisan un lugar de dignidad donde reposar el lomo

Los libros siempre precisan un lugar de dignidad donde reposar el lomo

Y así, después de meses en los que no encontraban un lugar porque no teníamos unas estanterías, una librería, un lugar mejor que el suelo vamos. Después de tanto tiempo, por fin pueden reposar sus lomos, no por mucho tiempo, en lo que para ellos es el paraíso comparado con el castigo mirando a una baldosa: una librería.

El libro es un compañero fiel, que se deja leer cuando quieres, al que no le importa que le abras por la página equivocada, que no te regaña si te saltas un capítulo (esto de saltar es sólo aplicable a algunos manuales americanos que tengo sobre coaching: ¡Oh, maldita sea! Otro capítulo lleno de anécdotas inaplicables a Europa!, lo siento, no puedo con ello).

Pero volviendo a la nostalgia…

Hay libros que he regalado, que me han regalado (Óscar, estás siempre ahí, Jaime, ¿te acuerdas del «Neanderthal» que rescatamos de un pasillo del Chaminade?), que he comprado en colecciones de periódicos, que me han enseñado inglés (más bien me siguen enseñando inglés), me han abierto las puertas a países a los que nunca viajaré (no por no tener ganas, pero soy de Humanidades y no creo que pueda), en los que he aprendido a enseñar a otros Literatura y Lengua Castellana (con algunos de estos libros también discuto de vez en cuando, y se enfadan cuando escribo «sólo» con tilde cuando quiere decir únicamente), en los que he aprendido periodismo, en los que he profundizado en figuras de personas a las que admiro y que me importan (Jesús de Nazaret ocupa un lugar destacado entre ellos), que han dado alas a mi imaginación para estudiar Teatro…

Algunos hasta los he perpetrado yo mismo: Najjar, Dibújame en Pólvora, (tengo todavía algunos con descuento, jejej) otros los ha escrito mi padre, ya tiene un montón de ensayos a sus espaldas y lo que queda por venir es por fin literatura, o mis amigos, escritores que me han apoyado (mil gracias siempre a Espido Freire y Gonzalo Giner), de los que he aprendido muchísimo (Antonio Muñoz Molina, Juan Arias, Ken Robinson, Stephen King, Erving Goffman, Nick Cave, Julio Cortazar, Lorca, Vargas Llosa… ) y esos que te enseñan algunos lados de tu alma que quieres conocer (John Stuart Mill, Herman Hesse, JJ Benítez). También tengo otros de mis editoriales favoritas: Dauro y Esdrújula (Los esdrujuleros se van a salir, lo sé). 

Y así, un sinfín…

Hay algunos que me los ha regalado la persona que ocupa la mayor parte de mis pensamientos, su sensibilidad y su gusto se extiende al mundo literario de una forma muy particuliar. Absorbe mis gustos, piensa en esos detalles, y sus libros siempre se llenan de significado nada más quitarles el envoltorio. Ahora,

 prometo que trataré de reprimir un poco mi bolsillo para no reproducir estanterías por toda la casa… aunque puede que, algún verano, el carnet de la biblioteca tenga hiperactividad.

Detrás de todos los libros están personas que quiero, y quiero seguir conociendo. Así que, amigos, sigamos cuídandonos apoyados lo unos en los otros enseñando nuestra mejor portada a la vida.

3 pensamientos en “Muchos libros de una vida

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