Llegó con el camión al portal. Olía a serrín, a polvo, a pintura descorchada. Una taladradora esculpía un considerable agujero en la fachada. Se cae un ladrillo desde la terraza. Se escucha una frase ininteligible ¡Míaquetedissovecéeequecasilamarrrserenaaaa!.. Baja las tres cajas que pesan un quintal, llama al portero, mira el reloj… no tiene demasiado tiempo.
Así que para qué seguir aguantando tanta obra en el portal. Otra vez para dentro con las cajas y que se fastidie el receptor.
Segundo día. Otra vez le vuelven a mandar a la misma dirección. Esta vez los obreros están transportando una hilera de sacos de desperdicios. En este orden: apuntalamientos sobrantes, maderos antiguos, cascote, aislante anticuado… y un Señor Potato. Ha vuelto a bajar las tres cajas del camión. Pero esta vez en un gesto heroico se acercará hasta el portero y llamará al destinatario del paquete.
¡Vaya! Parece que no está en casa. Pasa una vecina. ¿Usted conoce al vecino que vive en el (piii)ero letra (piii)?.
Pues sí que le conozco (vamos le conoce un poco de oídas y de alguna reunión de vecinos que tampoco es que frecuente en exceso). Este chico está todo el día de aquí para allá, pero suele llegar sobre las 8.
La vecina no se prodiga demasiado, pero en su casa tiene un equipo de espionaje completo: oye a través de las paredes, ve lo que nadie ve, anota las rutinas de sus vecinos en una tabla de Excell y luego, luego se lo cuenta todo a los repartidores de envíos. Le sirve de excusa. Se fía del conocimiento de esta vecina recientemente fichada por el FBI, recoge las tres cajas y mete primera en búsqueda del siguiente portal.
Tercer día. Tiene huevos la cosa. ¿Para qué voy a entrenerme en llamar al móvil al destinatario? He sorteado a unos obreros que transportaban una valla del 15, en una acera de medio metro de anchura, he vuelto a bajar las tres cajas, he llegado al portero, he llamado, el tío no está en casa, y qué carajo, no son las 8 de la tarde, son las 11 de la mañana, pero me da igual. Meto otra vez las cajas en el camión y dejaré una nota en la oficina de (a tomar por piiiii a la derepiiiiii) para que venga a recogerlas él, que mi empresa no me da un duro para llamar por el móvil…
El destinatario daría su vida por lo que encierran esas tres cajas. Pero no sabe nada de ellas… ¿Dónde estarán? Llama a la compañía. Siniestro total. Cajas perdidas. ¡No puede ser! ¡No me han llamado al móvil! Espera, sí que están. Están en la oficina de a tomar por cu… a la derec… ¿Alguna solución? Podemos enviarla a su oficina más cercana…
No hay tesoro que no se recupere con sudor. Con sudor llegó a casa tras recoger las tres cajas, ha merecido la pena, el tesoro ya está en casa…