Definirse como manía y exigencia

Nos gustan las definiciones. Concisas y claras, delimitan un concepto. Aplicadas a las personas me espantan cada vez más. ¿Qué soy?… ¿un cargo laboral? ¿un título académico? ¿un profesional de un área que otros han definido? Ante todo somos personas. Es imposible negar nuestra diversidad, variedad y múltiples sensibilidades. Por eso me gusta que la gente se defina como le dé la gana. Sin embargo, la sociedad nos persigue con la exigencia, convertida en manía de que nos tengamos que definir.

La palabra definir en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Fuente: elaboración propia

La palabra definir en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Fuente: elaboración propia

Perdóneme el lector la torpeza que pueda exhibir en este razonamiento, se me olvidarán múltiples factores.

¿Qué soy?

Gran pregunta. Como siempre os digo para encontrar la vocación profesional y social hay que reflexionar mucho sobre ella. Y entonces acudimos a las definiciones. ¿Soy escritor, soy periodista, soy docente, soy investigador, soy artista, soy comunicólogo, soy amigo, soy hombre, soy persona, soy ser humano? ¿Qué somos? Probablemente una mezcla de múltiples definiciones que se materializan de una forma totalmente única e irrepetible en cada uno de nosotros.

La masa

Sí, la masa nos intenta definir. Porque es más fácil. Así saben en qué saco meterte. No sería la primera vez que os contara que en mi carrera pasada me ha perjudicado el decir que soy doctor y que tengo dos novelas en el mercado (gracias a Dios, en los últimos trabajos que he tenido se ha visto este tema como un gran potencial). Se creen o que eres demasiado serio, o que tienes una vena creativa que de alguna manera intercederá con lo profesional. ¡Qué visión tan limitada de la realidad! Como si un título te impidiera desarrollar un área de tu vida. La masa te quiere ver en un cajoncito y si puedes no te salgas de ahí, no vaya a ser que no sepamos luego donde colocarte. Necesitamos orden.

Contra esta manía

Pues solamente nos quedan dos caminos: o inventarnos nuevas definiciones o recurrir a las más amplias. Ser un artista, por ejemplo. La palabra artista incluye a escritores, poetas, dramaturgos, diseñadores, actores, pintores… cualquier profesión que tenga que ver con la creatividad en su estado puro.

Pero ¿qué digo?

No. Rompamos las normas. No nos definamos tanto. Dejémonos llevar por el sentido humano transparente y claro de que somos una persona. Un ser humano abandonado en un mundo hostil del que nos podemos llevar la alegría y amor que hayamos compartido y nada más. Ya no sé si me importan tanto las definiciones.

28 de junio, Madrid.

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