Grecia aprobará hoy el nuevo impuesto inmobiliario en medio de un ambiente interno plagado de protestas y descontento. A ello se suma una nueva convocatoria de huelga. La comunidad internacional sigue sin tomar una decisión y para muchos estamos ante la última oportunidad de salvar Grecia.

La bancarrota espera dentro de un mes: no hay dinero para pagar salarios ni pensiones. Con la caja vacía el gobierno griego se esfuerza por obtener ingresos. Esta vez mediante el impopular impuesto a la propiedad, que abrirá el camino a nuevos recortes.

Esfuerzos para que FMI y Unión Europea desbloqueen el sexto tramo de ayuda que evitaría el colapso de las cuentas públicas. El primer ministro, Yorgos Papandreu presentará estas promesas a Angela Merkel en Berlín, justo en el momento en el que el Parlamento vota el nuevo impuesto.

Mientras, en la calle el descontento se hace cada día más patente. Nuevas protestas y manifestaciones han acabado con enfrentamientos con la policía y los sindicatos han convocado huelga general para los días 5 y 19 de octubre. Por su parte, los empleados del transporte público inician un paro de 48 horas al que se suman los funcionarios de Hacienda en protesta por la nueva tasa. Las encuestas siguen arrojando una mezcla de indignación y comprensión.

Según una encuesta publicada por una televisión del país la mayoría de los griegos quieren continuar en el euro. Casi un 55 por ciento ven riesgo de impago, el 92% cree que las medidas de austeridad son injustas pero la mayoría cree que debe pagar los nuevos impuestos.