El proceso de reestructuración bancaria en España se encuentra atascado en su fase final. El Gobierno no quiere aportar dinero público para no comprometer el déficit. Opciones como crear un banco malo para aislar activos tóxicos no acaban de concretarse.
El crédito no acaba de fluir a familias y empresas. El proceso de reestructuración bancaria se acerca a su fase final, pero se encuentra en medio de un debate que podría retrasar la toma de decisiones.
El Gobierno rechaza inyectar más dinero público porque puede afectar al déficit, e insiste en que el capital privado sufrague el proceso. Los bancos han visto como el Fondo de Garantías de Depósitos que nutren, es insuficiente ya para financiar operaciones como la de Banco de Valencia.
Los grandes bancos no creen necesario un banco malo donde apartar sus activos tóxicos, pero sí les parece conveniente para las entidades pequeñas. Mientras, agencias de calificación como Standard & Poor`s rebajan la calificación de España porque dan por hecho que serán imprescindibles más fondos públicos para terminar el saneamiento.
El FMI ve viable la creación de un banco malo. El Gobierno descarta pedir recursos europeos. Estudia opciones como conceder más crédito del FROB o que la banca ponga más recursos.
Goldman Sachs cree que crear un banco malo costaría 21.000 millones de euros, frente a los 58.000 que el empeoramiento de la economía haría preciso para una segunda fase de saneamiento.