Hemos hablado de la investigación sobre vacunas, de diferentes tratamientos para el coronavirus, pero existe un método que se está desarrollando que utiliza la propia vibración de las bacterias y virus para detectarlos.
El CSIC ha medido por primera vez la frecuencia de resonancia de una sola bacteria. Para ello han utilizado dispositivos que miden la luz y el movimiento. Estos detectives de los virus no estarían utilizando con una lupa ni el mapa genético de un virus en concreto, sino un nanodispositivo que mide desplazamientos inferiores al tamaño de un átomo.
El resultado es apasionante. Las bacterias vibran cientos de millones de veces por segundo y gracias a la frecuencia de resonancia podríamos llegar a identificar el tipo de bacteria, virus o microorganismo que la está emitiendo.
¿Qué ventajas tendría este tipo de detección?
Al basarse en las propiedades biofísicas del virus, se puede convertir en un método universal. En contraste, los actuales test detectan el virus para el que están diseñados, nada más.
Sin embargo, tendremos que esperar al primer prototipo de este detector hasta finales del próximo año. El investigador Javier Tamayo lidera el equipo del CSIC que colabora con equipos europeos y con el Hospital La Paz y el Hospital Doce de Octubre de Madrid en el proyecto europeo VIRUSCAN, cuyo objetivo es la contrucción de este dispositivo detector que podría salvar muchas vidas.