Caminar hacia el exceso…

Cuando los latidos débiles del corazón contrastan con un potente dolor de cabeza. Reflexionas sobre los últimos días: emociones intensas, viaje de por medio, un montón de cosas nuevas aprendidas, y todos los frentes atacando a la vez. ¿Se puede responder a todo? El intento se hace, se sufre, y el cuerpo, a veces, dice basta.

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Frente al edificio de la Comisión Europea, en pleno barrio europeo de Bruselas / Fuente: Carlos Alameda

Fastidia bastante reconocer nuestra humanidad, reconocerla en unos pies hinchados de tanto andar, en unas ojeras de dormir poco y mal, y ante la rotunda realidad de que estás que te duermes a la primera de cambio.

Aparece la voz de un amigo en tu cabeza. Todo el mundo tiene alguien cerca que dice: «lo primero es la salud», y esa punzada eléctrica en tu cerebro que apenas te permite pensar con claridad te lo recuerda: «lo primero es…». Porque sin ella no se pueden soportar las tensiones, las dificultades, ni se pueden saltar los obstáculos de la carrera diaria…

Nadie nos va a quitar los kilómetros andados, las experiencias, los contactos hechos, las caras nuevas conocidas, pero sentimos la necesidad de bajarnos de la rueda en la que hemos estado pedaleando, un poquito, un tiempo, mirar atrás, pensar un poco, dejar que las cosas vuelvan a su lugar, sentir la vida como algo simple, pensarla en frases cortas y sencillas.

Sólo un ratito, sólo un poco, para dejar de rodar hacia el exceso.

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