Está claro. Los acreedores privados de Grecia (fondos de inversión, de pensiones, multimillonarios, personas que nadan en la abundancia y les sobran unos millones de euros para dejar a 10 años a Atenas), estos mismos, quieren que sean el FMI, y todos los ciudadanos de la Unión Europea, mejor o peor representados por sus gobiernos, los que paguen la deplorable gestión griega. Sigue leyendo